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Soy la escritora de mi única novela.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

V.O.

¿Por qué nadie se ha molestado en hacer una canción que pueda sonar en una de esas noches en las que nos escapamos del mundo real?
Malditas canciones sin argumento, malditas notas vacías que llenan momentos de cómodo silencio. 
Y benditos momentos sin banda sonora, que se recordarán por las miradas de primer plano y no por la música que suene a lo lejos.
No necesitamos una canción para que nuestros momentos sean escenas de una película perfecta, porque en nuestro caso, somos los protagonistas los que decidimos el guión.

sábado, 26 de noviembre de 2011

viernes, 11 de noviembre de 2011

Como la niña de los fósforos

Salir a la calle, en pleno mes de enero con ese vestido que estrenaste una noche de julio que marcó el resto de tu vida. Y descalza, para sentir en los pies algo más real que el zapatito de cristal que sueles llevar cuando cierras los ojos tan fuerte que parece que se olvidan los recuerdos. Pero no se olvidan.
Y respirar. Respirar profundamente otra cosa que no sea su aliento, que llena tus pulmones y el resto de tus vísceras. Te tirita el alma. Se te empañan las pupilas. Se te escarcha el olor de su piel.
Pero nada, el corazón no se vuelve tan frío como el suyo. Es imposible, él es de hielo.
Y el fuego te consume por dentro, mientras que tu piel está a 13 grados bajo cero.
Nunca antes un estornudo fue el punto y final de una historia de amor.
Como la niña de los fósforos. Pero vendiendo cachitos de amor usado.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Epitafio de un anochecer

Y el mundo se vuelve a parar
y él, delante del espejo
se vuelve a encontrar
más loco de que atar
y un poco más viejo.

A veces se plantea huir
dejar el alma en busca y captura.
Porque le da miedo seguir
ni siquiera sabe distinguir
un roto de una ruptura.

Curando con alcohol las heridas 
anestesia para el corazón
recordó las metas cumplidas
en las tardes que creía perdidas
aunque los recuerdos pesen más que la ilusión.



Y poco después
piensa que tenía que haberse ido
ese día que no paró de llover
aquí le quedaba poco que hacer
pero morir no es una prueba de haber vivido.

Cuando ya no queda ningún dolor
y las penas que quedan se esconden
escribe su anochecer en La menor
porque a alguien se le ha caído el sol
y ahora empieza a incendiarse el horizonte.

...y además se incendia el corazón.

Entre tantas miradas



Conozco tu risa, tu sentido del humor, la manera en la que te muerdes los labios cuando estás nervioso y el leve tartamudeo después de un piropo. Conozco tu opinión sobre casi todo, conozco tu cara de vestir y la de estar por casa. Conozco tu pasión por el color rojo y tu odio a los semáforos en ámbar intermitente. Sé distinguir tu olor del de otros que lleven la misma colonia. Conozco cada poro de tu piel y cada palabra que alguna vez ha salido por tu boca. Y conozco bien tu boca. Puedo reconocer tu mirada entre otras tres mil. Conozco hasta algún que otro secreto inconfesable. E incluso conozco la canción con la que un día lloraste.

Pero no te conozco.

No tengo ni la menor idea de quién eres.

Ni de lo que soy para ti.



Conocerte es más difícil que dejar de quererte.