Conozco tu risa, tu sentido del humor, la manera en la que te muerdes los labios cuando estás nervioso y el leve tartamudeo después de un piropo. Conozco tu opinión sobre casi todo, conozco tu cara de vestir y la de estar por casa. Conozco tu pasión por el color rojo y tu odio a los semáforos en ámbar intermitente. Sé distinguir tu olor del de otros que lleven la misma colonia. Conozco cada poro de tu piel y cada palabra que alguna vez ha salido por tu boca. Y conozco bien tu boca. Puedo reconocer tu mirada entre otras tres mil. Conozco hasta algún que otro secreto inconfesable. E incluso conozco la canción con la que un día lloraste.
Pero no te conozco.
No tengo ni la menor idea de quién eres.
Ni de lo que soy para ti.
Conocerte es más difícil que dejar de quererte.
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