Me ha regalado tantas sonrisas que me faltan bocas para contarlas.
Si guardara todos los suspiros con los que me he tropezado, podría coleccionarlos en un álbum de cromos.
Me ha prestado tantos instantes que me faltan vidas para devolverlos todos.
Compré todos sus escalofríos en la espalda para los domingos más tristes.
Me firmó en el cuello tantas veces que faltaron plumas y dedicatorias.
Gravé en la memoria un puñado de susurros, muchos más que canciones que puedo recordar.
Me acarició con tantas palabras que faltarían idiomas para pronunciarlas.
Tengo todo lo que quiero y, lo que es aún más importante: quiero todo lo que tengo.
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